Trátame bien Noviembre, trátame bien, por favor.
Te prometo sonreír cada mañana al despertar,
y a cambio cuídame, no me traigas más dolor.
Si lo hacemos así, con el tiempo, te llegaré a amar.
Así acabó como se termina la última miel del bote,
el mes que suspiraró al viento por la esperanza,
suplicando caricias cuando hiere el más mínimo roce,
mientras se ponía el Sol en tardes de color naranja.
Como el gélido abrazo que le da el invierno al otoño,
llegó por fin Diciembre al calendario de las emociones.
Pasó el Noviembre de la ilusión como un suave soplo,
tras rogarle aquellos versos a ritmo de canciones.
Hoy es Diciembre; el día se acorta, y se extiende la noche;
resguardadas y esperando con mesura están las yemas,
mirando la luna colgada en el cielo como un broche,
a que unas tiernas y cálidas manos hagan de primaveras.
Ya llegó el último mes del año, y el mundo se detiene.
Ahora las lágrimas no las quiero, las cambio por tu sonrisa.
De noche las estrellas del techo de mi cielo ya no hieren.
Las agujas del reloj de nuevo se congelan, ya no hay prisa.
Los recuerdos son ahora una escalera hacia el futuro,
con peldaños de cristal que sólo cuentan la verdad,
que conforme se avanza dejan atrás lo triste y oscuro,
esperando a que subas hasta la cima de la felicidad.
Pasan los días y el vaho se condensa en mi ventana.
Huele a galletas y tu pelo se enreda entre mis dedos
mientras yo me quedo atrapado en tu mirada,
viendo a través de tus ojos como se van mis miedos
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