miércoles, 17 de agosto de 2016

Siempre llego tarde

Por fin he llegado -suspiró él al subir el último escalón y contemplar el cielo-
-Es bonito, pero...no veo aquí a nadie, parece que estoy solo en este lugar...
Le respondió desde lo alto de un tronco alguien con aspecto de ser amable y viejo:
-Te equivocas, no estás solo, pues por aquí siempre que puedo merodeo yo sin más.

-Y tú, ¿quién eres? ¿qué haces aquí?
-Soy alguien un poco mayor que tú. Soy el tiempo.
-Vaya, nunca esperé encontrarte a ti.
-Lo sé, no soy quien tal vez querías, lo siento.

-Este es el lugar en donde confluyen tus emociones, donde llegan los que olvidan la cordura.
Algunos piensan que este sitio no existe, que es solo una invención, los que no creen en el amor.
Tú que estás aquí podrás juzgar, si este sitio es real, si es algo especial o solo una alucinación.
El joven quedó impresionado por sus palabras, pero parecía tener prisa, como con presura.

-Pero vengo desde muy lejos, y espero a alguien yo,
¿sabes por casualidad qué hora es?
Sacó de su bolsillo un reloj,
Y se lo enseñó como prueba de fe.
-Ya es mañana, le respondió.
-No puede ser...llego tarde otra vez.
El joven se dejó caer y se tumbó.

-Estuvo aquí antes que tú, pero se fue;
esperó mas que nadie, pero se marchó.

-No estaba preparado...
-Lo sé, pero te has demorado.

-No habría funcionado...
-Tal vez, pero te has retrasado.

-¿Es feliz al menos?
-¿Te hará feliz a ti saberlo?

-Si, claro que si, pues sólo le deseo lo mejor.
-Si es tu deseo conocer, sí, son felices los dos.

Se hizo el silencio en aquel inquietante lugar,
el cual mejor no describir y poder así imaginar,
como sería el templo donde llegamos para amar,
donde nos encontramos también con la realidad.

-Y ahora dime, ¿duele? Respóndeme.
-Es algo extraño, no lo sé...

-No estés triste, levanta la cabeza y saca una sonrisa.
Puede que hoy no lo entiendas, que no lo quieras ver,
pero que hayas llegado hasta aquí es una semilla.
Hasta hace poco pensabas que nunca llegarías a volver,
aquí, a este lugar en el que no hace mucho, tú vivías.

-¿Una semilla? Explícamelo mejor.
-Como un bosque que se incendió,
ardió todo lo que guardaba tu interior:
aquello por lo que vivías se perdió.

Pero un día alguien recorrió tus cenizas,
tu bosque de tocones y ramas quemadas,
con las manos llenas de semillas,
en busca de un lugar donde sembrarlas.

Ha pasado tiempo y ha crecido,
Con el abono de la paciencia,
la ilusión que hasta aquí te ha traído,
regada con lluvia de inocencia.

-¿Escuchas ese ruido? Toc, Toc, Toc.
Se acercó a su pecho y escuchó,
como algo latía en su interior.
Sonaba como si fuese un corazón.

-Suena tímido, pero fuerte, ¡siéntelo!
Si te quedas en silencio lo escuchas latir.
Disfruta del ritmo de tu emoción,
estás aquí chico, ¡vuelves a vivir!

Esbozó una leve sonrisa y miró a su alrededor.
Intentó fijarse en cada rincón, asociarlo con algo anterior.
Mirando con detalle le empezaba a resultar familiar,
como si hacía mucho tiempo, ese hubiese sido su hogar.

Parecía invadirle una sensación extraña, como de felicidad.
-¿Como se llama este sitio? Aún no me lo has contado.
-Cierto es, pero tampoco tú me lo has preguntado.
-Entonces, ¿cuál es el nombre de este extraño lugar?

-Pues ahora que lo dices, tal vez sea casualidad,
pero no tiene nombre, nadie nunca lo bautizó.
Podrías ponérselo tú ya que estas aquí, ¿verdad?
-Unos instantes después el chico contestó-

-Lo llamaré...Ítaca, como aquella poesía
-Ítaca, bonito nombre. La aventura del camino...
-Es lo que me inspira este lugar lleno de vida.
-Ahora veo que por fin lo has entendido...

Tras pronunciar esta frase, el misterioso anciano desapareció,
dejando solo al muchacho en aquel templo perdido,
en aquel lugar, en su Ítaca, la que nunca, nunca le engañó,
Listo para levantarse, cargarse de ilusión, y emprender un nuevo destino.



miércoles, 3 de agosto de 2016

Nostalgia

A veces te echo tanto de menos...
que iría corriendo descalzo a abrazarte.
Recuerdo entonces que soy tu veneno
y me conformo en silencio con imaginarte.