Por fin he llegado -suspiró él al
subir el último escalón y contemplar el cielo-
-Es bonito, pero...no veo aquí a
nadie, parece que estoy solo en este lugar...
Le respondió desde lo alto de un
tronco alguien con aspecto de ser amable y viejo:
-Te equivocas, no estás solo, pues por
aquí siempre que puedo merodeo yo sin más.
-Y tú, ¿quién eres? ¿qué haces
aquí?
-Soy alguien un poco mayor que tú. Soy
el tiempo.
-Vaya, nunca esperé encontrarte a ti.
-Lo sé, no soy quien tal vez querías,
lo siento.
-Este es el lugar en donde confluyen
tus emociones, donde llegan los que olvidan la cordura.
Algunos piensan que este sitio no
existe, que es solo una invención, los que no creen en el amor.
Tú que estás aquí podrás juzgar, si
este sitio es real, si es algo especial o solo una alucinación.
El joven quedó impresionado por sus
palabras, pero parecía tener prisa, como con presura.
-Pero vengo desde muy lejos, y espero a
alguien yo,
¿sabes por casualidad qué hora es?
Sacó de su bolsillo un reloj,
Y se lo enseñó como prueba de fe.
-Ya es mañana, le respondió.
-No puede ser...llego tarde otra vez.
El joven se dejó caer y se tumbó.
-Estuvo aquí antes que tú, pero se
fue;
esperó mas que nadie, pero se marchó.
-No estaba preparado...
-Lo sé, pero te has demorado.
-No habría funcionado...
-Tal vez, pero te has retrasado.
-¿Es feliz al menos?
-¿Te hará feliz a ti saberlo?
-Si, claro que si, pues sólo le deseo
lo mejor.
-Si es tu deseo conocer, sí, son
felices los dos.
Se hizo el silencio en aquel
inquietante lugar,
el cual mejor no describir y poder así
imaginar,
como sería el templo donde llegamos
para amar,
donde nos encontramos también con la
realidad.
-Y ahora dime, ¿duele? Respóndeme.
-Es algo extraño, no lo sé...
-No estés triste, levanta la cabeza y
saca una sonrisa.
Puede que hoy no lo entiendas, que no
lo quieras ver,
pero que hayas llegado hasta aquí es
una semilla.
Hasta hace poco pensabas que nunca
llegarías a volver,
aquí, a este lugar en el que no hace
mucho, tú vivías.
-¿Una semilla? Explícamelo mejor.
-Como un bosque que se incendió,
ardió todo lo que guardaba tu
interior:
aquello por lo que vivías se perdió.
Pero un día alguien recorrió tus
cenizas,
tu bosque de tocones y ramas quemadas,
con las manos llenas de semillas,
en busca de un lugar donde sembrarlas.
Ha pasado tiempo y ha crecido,
Con el abono de la paciencia,
la ilusión que hasta aquí te ha
traído,
regada con lluvia de inocencia.
-¿Escuchas ese ruido? Toc, Toc, Toc.
Se acercó a su pecho y escuchó,
como algo latía en su interior.
Sonaba como si fuese un corazón.
-Suena tímido, pero fuerte, ¡siéntelo!
Si te quedas en silencio lo escuchas
latir.
Disfruta del ritmo de tu emoción,
estás aquí chico, ¡vuelves a vivir!
Esbozó una leve sonrisa y miró a su
alrededor.
Intentó fijarse en cada rincón,
asociarlo con algo anterior.
Mirando con detalle le empezaba a
resultar familiar,
como si hacía mucho tiempo, ese
hubiese sido su hogar.
Parecía invadirle una sensación
extraña, como de felicidad.
-¿Como se llama este sitio? Aún no me
lo has contado.
-Cierto es, pero tampoco tú me lo has
preguntado.
-Entonces, ¿cuál es el nombre de este
extraño lugar?
-Pues ahora que lo dices, tal vez sea
casualidad,
pero no tiene nombre, nadie nunca lo
bautizó.
Podrías ponérselo tú ya que estas
aquí, ¿verdad?
-Unos instantes después el chico
contestó-
-Lo llamaré...Ítaca, como aquella
poesía
-Ítaca, bonito nombre. La aventura del
camino...
-Es lo que me inspira este lugar lleno de vida.
-Ahora veo que por fin lo has
entendido...
Tras pronunciar esta frase, el
misterioso anciano desapareció,
dejando solo al muchacho en aquel
templo perdido,
en aquel lugar, en su Ítaca, la que
nunca, nunca le engañó,
Listo para levantarse, cargarse de ilusión, y emprender un nuevo destino.
Listo para levantarse, cargarse de ilusión, y emprender un nuevo destino.
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ResponderEliminarA veces en la vida se llega tarde a alguien, que no forma parte de las cosas, pero sí de lo importante
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