Te cojo entre mis manos, miro tus ojos,
acaricio tus alas, te beso las plumas;
rezo al destino, me despido por los dos,
te lanzo al viento, flotas como espuma.
Comienza tu volar, desde aquí lo
siento,
este es tu momento ¡No mires atrás!
No tengo más remedio que asumir,
que tal vez no nos veremos más,
pero si un día regresas aquí,
mi alma será siempre tu hogar.
Te haré un nido de recuerdos,
desde el instante en que te conocí,
desnudando mis pensamientos.
Nadie nos lo explica, nadie nos avisa;
aprendemos que así funciona la vida:
amores perdidos, sin reencuentros,
que vuelan por cielos allá a lo lejos.
Y es que es mejor dejar marchar,
a quienes no podemos cuidar,
incluso aunque duela verlos volar,
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