El orgullo es esa cosa que no sirve
para nada,
pero que sin embargo parece llenarnos
de todo,
casi siempre en la situación más
equivocada,
y de forma que parece que nada se ha
roto.
Cuando te das cuenta muchas veces
ocurre,
que ya ha pasado el tren de media
noche,
y entonces bajo una farola de las
antiguas,
comienzas a repasar y hacer preguntas.
¿Por qué no tuve entonces la sensatez
de ahora?
ay...si el orgullo tuviese sólo un
poco de memoria,
se desharía a sí mismo entre su vasta
congoja.
Pero si la tuviese no actuaríamos con
esta parsimonia.
Llega un día en que quieres dar marcha
atrás,
en que te arrepientes cuando ya eres
viejo.
Por su culpa perdiste más de un
recuerdo,
pero el tiempo la vida jamás te lo
devolverá.
Sin embargo esto que te cuento, es
ahora sólo un mal sueño,
pues estás despierto, y aun conservas
la oportunidad,
de cambiarlo todo en un instante, como
este momento,
antes de que un día tornes viejo y sea
una pesadilla real.
Es cuestión de valor y no de
miedo.
Tampoco de orgullo, sino de voluntad,
recordarte cuando te echo de menos,
antes de que nos vayamos a olvidar.
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