No son aguas del pasado las que mueven
los molinos,
no son los recuerdos los que nos marcan
el camino,
ni vuelve el polvo del café a ser
grano una vez molido.
Sin embargo son los susurros de otros
tiempos vividos,
los que nos hacen saber quienes somos y
quienes fuimos.
La memoria sigue en su batalla
constante, nunca se ha rendido,
sino que avanza y repara en cada
error cometido,
pues olvidar parte de la existencia
sería como haber perdido
la eterna guerra contra los heraldos
del olvido:
solo se pierde aquello de lo que no se ha aprendido.
solo se pierde aquello de lo que no se ha aprendido.
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