Qué complicado es a veces quererse ,
y qué fácil dejar de entenderse.
Qué liviano resulta olvidar el
sacrificio,
y qué difícil recordar por qué se
hizo.
La memoria nos juega malas pasadas,
que al corazón le resultan puñaladas.
Muchas veces antes de hablar,
deberíamos de fijarnos más.
No sea que nos vayamos a arrepentir
de que el alma nos haga sentir,
que esa mirada donde nos reflejamos,
fue de la que un día nos enamoramos.
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